lunes, 18 de diciembre de 2006

Palabras que no retiene el lienzo


Sucede a menudo que la fragilidad aparece en toda su dimensión cuando enfrentamos desnudos (desnudos de seguridad, vestidos con los pliegues y arrugas de la duda) un lienzo o una página en blanco. Sucede que la rabia te hace trocar el intento acariciador en golpes, quisieras atravesar el lienzo con el pincel, comerte la pintura, hacerla tuya, atravesar el papel, el rodillo de la vieja máquina tartamuda, ganar tiempo hasta que “algo” ocurra, ganar en esa lucha, tan a menudo batalla perdida que es la creación, para acabar arrancando violentamente páginas como el que levanta cadáveres en una fosa común; uno, otro, uno más…Tanto todo para nada que dijera José Hierro. Obviar el tiempo, darle la espalda, enfocar sólo una idea, centrarte en ella, hacerla y deshacerla, jugar con ella, ser burlado, perder el hilo, encontrar casualmente un camino de migas de pan y seguirlo hacia ninguna parte, dar vueltas y vueltas, abrir caminos cansados en la selva - no recorrerlos en el bosque Heideggeriano-, como en La Vorágine.

De repente han pasado 9 horas y, ebrio, aparece todo más luminoso, qué luz, qué colores, los amigos conversan amigablemente y yo escribo. También he fumado, tabaco, quiero decir. Me pregunto, ¿ puedo yo pintar, pues pinto, la luz en un ángulo del cuello, la espalda desnuda contra la mar, la arena esparcida de su arrullo, la infancia borrada como una huella proyectados contra mi amada, y mi sobrecogimiento?’. Pasa el tiempo como un eco agotado hacia el infinito. Shostakovich acompaña en la despedida, he cerrado y he subido treintaisiete peldaños hacia el miedo. El frío a solas del estudio, escribo sobre eso: Estudio a solas el frío. A veces ocurre que nada sucede, y yo me pregunto ¿ por qué no pinto un cenicero lleno de cenizas, de colillas, de cenizas, visto desde la transparencia extraña y deformante, la panorámica verdosa de una botella de orujo?.

He abierto la ventana hacia la noche, he visto el tendedero de la vida y a sus hombres tendidos, sus mujeres, sus hijos, me he abrazado a su olor. Voy a ponerme a pintar, el viento me empuja hacia el caballete, derrama las últimas mi máquina, la cortina de un golpe ha levantado trece. Palabras que no retiene le lienzo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

D. Hernán, me ha dejado usted, embelesada con su obra. Desconocía el contenido de estos píxeles, y debo decir que no sólo me he llevado una grata sorpresa, sino que ha hecho que me quite el bombín.
Sencillamente fantásticas, unas creaciones que desvelan sentimientos más allá de los materiales, de los trazos, de los colores. Hubiera sido sencillo escoger entre todas, si no hubiera sido porque a medida que avanzaba, más me pedían mis retinas, hasta el punto de crearles dependencia.
Así, califico mi paso por este blog como una experiencia "nicotínica" -aunque más sana-...quiero más

Anónimo dijo...

bufff...